DE LEJOS
¿Qué está ocurriendo en las universidades más prestigiosas de EE.UU?
Apoteosis 'woke' en Harvard. Con el tiempo, esa sensibilidad contra el racismo se ha convertido en un enorme frente de la guerra cultural americana
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La palabra 'woke' es un adjetivo derivado de la jerga compartida por los afroamericanos. De acuerdo con el diccionario Merriam-Webster significa «consciente de los hechos y problemas sociales importantes y atento a ellos, especialmente a las cuestiones de justicia racial y social». Con el ... tiempo, esta sensibilidad contra el racismo se ha convertido en dos frentes adicionales de la guerra cultural americana: un gran contenedor ideológico para la izquierda (hasta alcanzar niveles esperpénticos) y un efectivo recurso para la derecha que intenta formular el trumpismo sin Trump (si es preciso presentando la intolerancia como si fuera un heróico movimiento de resistencia).
La dimisión forzada de la rectora de Harvard, Claudine Gay, debe entenderse como un antes y después de la batalla cultural librada en los campus universitarios de Estados Unidos. La brecha identitaria que empezó en los años sesenta ha terminado por convertirse en el gran cañón del Colorado que impulsa la peligrosa tribalización política americana. Con la interesada distorsión de que las universidades son como la República de Weimar, con fascistas y comunistas a palos todos los días.
Claudine Gay es un caso evidente de esa tipología de académico mediocre pero nacido vicedecano o director de departamento. Sus aportaciones al debate intelectual y a la investigación científica son más bien raquíticas. Una limitación que compensan con sobradas dosis de vanidad, envidia, y habilidad para navegar y beneficiarse de las fétidas y opacas aguas universitarias en nombre de la «justicia racial». Sin embargo, un catálogo de documentadas acusaciones de plagio han precipitado el final de la rectora nombrada hace tan solo seis meses.
Es verdad que la presión se intensificó tras su lamentable testimonio ante el Congreso, en el que pidió «contexto» para juzgar cómo responder en Harvard a los llamamientos al genocidio judío suscitados por la guerra de Gaza. Pero también es verdad que Claudine Gay ha terminado por encarnar todas las críticas contra la élite universitaria americana: estrechez intelectual, laxitud con sus propias normas y demasiado delirio identitario.
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